Mensaje
de Fin de año
Ya casi
se acerca el fin del año y por lo menos a mí me parece una mentira de que todo
allá sido tan rápido que casi no lo puedo creer. Como es típico, al final
de año muchos de nosotros pensamos en resoluciones para hacer: Comer menos;
hacer más ejercicios; ser un mejor padre o esposo; gastar más tiempo con la
familia; aprender a tocar guitarra, etc. La lista de deseos es larga pero
difícil de seguir. Muchos de nuestros deseos y resoluciones, sin embargo,
son aspiraciones generalmente materiales que aunque no tienen nada de malo
seguirlos, aun así, son cosas que no nos van a ayudar necesariamente a ser
mejores cristianos.
Entonces si uno quiere tomar un paso más hacia delante, uno
puede tratar de ser más espiritual; es decir, acercarse más a Dios.
Quizás entonces, dentro de esta segunda categoría de resoluciones, las obras de
caridad siempre son las primeras en resaltar en las mentes de la mayoría de las
personas: Ayudar al necesitado; alentar al afligido; apoyar a la iglesia; ser
voluntario para alguna causa, etc.
Dentro de la tradición cristiana evangélica, los frutos o
consecuencias de la santidad se podrían definir de formas similares pero (a la
misma vez) se podrían alcanzar solo de acuerdo a lo que nuestros ojos muchas
veces nos permitan ver (por eso es importante observar la palabra para
alcanzar santidad tal como la Biblia nos indica y que pueden ser algunas veces
contraria a lo que nuestras propias deseos nos pueden enseñar).
En mi
opinión, por lo menos debe haber alguna consideración de nuestra parte,
especialmente para aquellos que están empezando a caminar el sendero estrecho,
el camino difícil del verdadero Cristianismo. En este caso es
recomendable leer la Biblia rápidamente al comienzo, y creo que 12 meses es un
tiempo razonable, pero eventualmente creo que todo cristiano también debería
leer las Santas Escrituras detenidamente, con detalles, y esto sí es algo que
nos va a tomar más de un año: Toda una vida diría yo. Realmente yo por lo
menos no ceso de descubrir las cosas que Dios quiere comunicarme por medio de
su palabra.
Entonces, creo que estos dos
tipos de resoluciones que acabo de mencionar (las que yo llame materiales y
espirituales) son muy buenas para tomar, muy aconsejables, y sobre todo
totalmente posibles si uno tiene una fuerza de voluntad para hacerlos.
Hay que reconocer que Dios también nos ha dado una conciencia y un espíritu de
esfuerzo personal para poder alanzar muchas de las metas que uno puede
humanamente trazarse. Pero (siempre son necesarios estos “peros”) uno no
debe olvidarse que si de verdad uno quiere crecer espiritualmente, uno
lo puede hacer solo con la ayuda de Dios, y no a través de nuestros propios
esfuerzos personales.
Si uno trata de madurar
espiritualmente usando nuestras propias fuerzas, lo más probable es que uno se
quede estancado (1
Corintios 3:2), pero si uno trata de crecer usando el poder del
Espíritu de Dios, entonces uno si va a lograr a ser más como Cristo (pues en
resumidas cuentas, buscar la santidad significa ser
como Cristo.
El tema
de crecer espiritualmente usando las fuerzas de Dios, y no la de nosotros,
merece un énfasis especial por ser primero y antes de nada doctrina central del
cristianismo, y también para diferenciar logros éticos de los espirituales.
Algunas
personas que intentan dejar los vicios tales como el cigarrillo u otras cosas,
muchos lo intentan por medio de sus propias fuerzas y no con la ayuda de Dios,
es cierto que hay muchas medicinas hoy en día que ayudan a controlar las ansias
de fumar pero eso más adelante trae una consecuencia utilizando mentiras
humanas para dejar un vicio.
Si Dios
en su soberanía decide interceder por nosotros en la forma de un milagro o
señal sobrenatural, amén, que así sea, pero no creo que el Todopoderoso quiera
utilizar mentiras humanas para engrandecerse a Sí Mismo. Dios no lo
necesita. Logros no justifican las formas. Dios es un Dios
santo. Espero que en esto si haya sido claro.
Me he
dado cuenta que las cosas buenas que hagamos no dependen de nosotros, sino de
Dios. El Espíritu Santo es el que a las finales realmente nos da el aliento y
las fuerzas para hacer el bien: Para escoger santidad sobre pecado.
No es que vayamos a tratar de
pretender — de ninguna manera — de ser hombres perfectos ni nada por el estilo;
pero si, por lo menos, tratamos de caminar hacia esa dirección y como siempre
digo, Dios es Todopoderoso y nos puede transformar si realmente se lo pedimos. Obviamente
para lograr este propósito, nosotros tenemos que tratar también de gastar
tiempo con el Señor orando, leyendo la Biblia, ayunando para permitir que Dios
haga estos cambios en nuestros corazones. Estas tres Últimas cosas mencionadas
son el tiquete perfecto para poder viajar cogido de la mano con Dios.
Entonces tratar de buscar santidad en el año 2013 sería una de
esas resoluciones que creo que a Dios le agradaría más, pues como cristianos no
debemos de conformarnos de ser como los demás (Romanos 12:2),
sino que debemos de buscar santidad y de allí todo lo demás nos será añadido (Mateo 6:33).
Para el beneficio espiritual de nosotros como personas es la decisión
de buscar santidad, no significa tampoco ser religioso y gastar necesariamente
más tiempo en la iglesia y con nuestros amigos “cristianos”, creo que se podría
definir a la santidad como un tipo de “proceso” que envuelve tiempo buscando a
Dios en oración y ayuno si fuera posible. También (como decía antes) creo
solemnemente que parte de esta búsqueda incluye tiempo leyendo y proyectándonos
en la palabra de Dios. La santidad es entonces un proceso que estoy
absolutamente seguro que aunque no la lograremos aquí en este mundo, pero con
la ayuda de Dios estoy seguro que si podamos continuar con la meta específica
que Dios ha trazado para nosotros.
Entonces
si hablamos de resoluciones, ¿por qué este año no tratamos de trazar una meta
que quizás no nos agrade tanto a nosotros mismos sino a Dios? Después de todo,
nosotros fuimos creados para agradar a Dios, para tener esa comunión perfecta
con nuestro Creador.
Solo cuando tratamos de agradar y de obedecer a Dios nos vamos a
poder sentirnos gozosos de verdad, y verdaderamente les digo que la
felicidad y el gozo del Señor si vale la pena. No es como esa felicidad
temporal y superficial que este mundo nos ofrece. Digo temporal porque
solo dura unos momentos, horas o (en casos extremos) días. Superficial
porque no es un gozo de verdad, sino un gozo que es a medias, un gozo carnal
que nos podrá hacer reír o movernos rápidamente sin que realmente sintamos nada
en nuestros corazones, sin que realmente expresemos los verdaderos frutos del
Espíritu (Gálatas
5: 22-23).
El gozo del Señor entonces es real y verdadero porque viene del
corazón, porque allí en el corazón es donde mora Cristo, nuestro gran Rey y
Salvador. Realmente todos tenemos sed y necesidad del Espíritu Santo,
pero no todos sabemos cómo satisfacer esta sed y por eso muchas veces pensamos
que logrando algunas metas en particular vamos a ser felices. Metas que
nos ayuden a hacer mejores personas o seres humanos pero no necesariamente
mejores creyentes en Cristo.
Sí, es
verdad, comer menos nos va a ayudar a perder de peso. Hacer ejercicios
nos ayudara a sentirnos más saludables físicamente. Aprender a tocar
guitarra u otro instrumento musical nos podrá ayudar a sentirnos mejor y más
seguros de nosotros mismos. Todas estas son metas buenas y dignas.
Pero solo buscando santidad — gastando más tiempo con el Señor en oración,
leyendo y deleitándose con la Palabra de Dios — solo haciendo estas cosas Dios
nos va a bendecir espiritualmente y nos va a equipar para su obra, y en el
proceso (porque de nuevo pienso la santidad es un proceso espiritual no un acto
instantáneo) vamos a ser felices.
Lo importante entonces no es el cómo sino el que.
El cómo nos
lo dirá el Señor cuando nos sometamos a Él de verdad. El que es aferrarse a Dios en su presencia
para ser como Jesús. Las metas quizás al comienzo no parezcan ser claras
pero estas incluyen definitivamente santidad y el hacer la voluntad de Dios
vendrá naturalmente. Las herramientas nos la dará el Señor por medio de
los dones espirituales que Dios y solo Dios decida en darnos, de acuerdo a la
necesidad de su Iglesia. Los medios son las obras que hagamos, y estas
incluyen no solo oración y la lectura de la Biblia sino eventualmente también
cursos bíblicos. Las obras de caridad saldrán también naturalmente de
nosotros, pues estas son también parte del cómo y no del que.
Los planes específicos para con
nosotros dependen de Dios, lo cual Él nos los mostrara a nosotros solo cuando nos hayamos sometido a Dios por
completo. Buscar la santidad es el comienzo de una vida plena en el
Señor. Quizás ya no podamos seguir los pasos de nuestro Señor Jesucristo
físicamente como lo hicieron Pedro, Juan y los demás apóstoles; pero buscar la
santidad es la forma actual de seguir los pasos del Rey espiritualmente.
Quizás nos parezca en estos momentos una idea clara, una decisión
espiritual difícil de entender, pero conforme caminemos en el camino estrecho y
difícil, Dios nos podrá guiar con metas más específicas que incluyan no solo
obras de caridad, sino mejores funciones y basadas en los dones que Dios nos
haya dado, para equiparnos al propósito perfecto que Dios y solo Dios haya
trazado para nosotros.
El año 2013 podría ser el último que conozca esta civilización,
tal y como la conozcamos ahora. No estoy tratando de proferir eventos
escatológicos (el día y la hora solo lo sabe Dios) pero sí creo que siempre
tenemos que estar preparados para su venida (que es lo que tenemos
que acordarnos de los días finales). Ahora más que nunca es importante poner
prioridades en lo que hablamos y decimos. Ahora me he dado cuenta que es
inútil tratar de envolvernos con argumentos teológicos acerca de temas como lo
son el tipo de ropa que debemos vestir; el argumento sobre si la salvación
se pierde o no; sobre el orden cronológico de la separación y el sufrimiento, u
otros temas secundarios que solo pueden malgastar nuestro tiempo en vez de
alcanzar a los inconversos. Ahora más que nunca, pocos deben ser los
teólogos, muchos los evangelistas. Quizás estos temas sean importantes
para los que predican o estudian teología pero creo que las masas tienen
necesidades espirituales más urgentes.
La meta de la santidad no es para muchos, debe ser para
todos. Santidad a Dios entonces incluye compartir con otros lo que
nosotros estamos experimentando en nuestros corazones todos los días.
Hablar de la misericordia y de la gracia de Jesucristo es necesario antes del
fin de los tiempos.
Porque no podemos, ni debemos,
dejar de hablar lo que hemos visto u oído (Hechos
4:20). Porque Dios es un Dios Santo (Levítico
19:2), tres veces Santo (Isaías 6:3 y Apocalipsis 4:8),
por eso nosotros también debemos de buscar la santidad (1
Tesalonicenses 4:1-12).
Definitivamente para este nuevo año tenemos muchos propósitos
por cumplir y muchas metas que trazar pero nada sería mejor para nuestro Señor
que entre todos nosotros tuviéramos un propósito en común tal como traer muchas
almas para Cristo y que puedan disfrutar de su salvación.
FELIZ AÑO NUEVO PARA TODOS Y QUE DIOS LOS LLENE DE BENDICIONES Y
MUCHOS ÉXITOS.
Luis Felipe Torres Tovar.
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