Bosquejo de la lección: ¿Qué pide Dios de mi?
1. Dios pide que reconozca mi situación espiritual.
1. Dios pide que reconozca mi situación espiritual.
1.1. Por la desobediencia de Adán, el
pecado ha pasado a todos los hombres (Rom. 5:12, Gén. 3:1-11).
1.2. Todos los hombres nacen con una naturaleza pecaminosa que los impulsa a ofender a Dios en pensamiento, palabra y conducta (Rom. 3:9-18).
1.3. La condición pecaminosa del hombre lo separa de la comunión con Dios (Rom. 3:23).
1.2. Todos los hombres nacen con una naturaleza pecaminosa que los impulsa a ofender a Dios en pensamiento, palabra y conducta (Rom. 3:9-18).
1.3. La condición pecaminosa del hombre lo separa de la comunión con Dios (Rom. 3:23).
2. Dios pide que acepte la salvación (el nuevo nacimiento) que él me
ofrece, Juan 3:1-16.
2.1. Es necesario que yo experimente
un nuevo nacimiento, Juan 3:13.
2.1.1. El nuevo nacimiento es una condición para entrar al reino de Dios, Juan 3:3-5.
2.1.2. El nuevo nacimiento es una experiencia espiritual que se origina en el cielo, Juan. 3:6-14.
2.2. El nuevo nacimiento lo experimento cuando creo que Jesús es el Hijo de Dios, quien puede perdonar mis pecados, y lo confieso como mi Señor, Juan. 3:15, 16; comp. Rom. 10:9, 10.
2.1.1. El nuevo nacimiento es una condición para entrar al reino de Dios, Juan 3:3-5.
2.1.2. El nuevo nacimiento es una experiencia espiritual que se origina en el cielo, Juan. 3:6-14.
2.2. El nuevo nacimiento lo experimento cuando creo que Jesús es el Hijo de Dios, quien puede perdonar mis pecados, y lo confieso como mi Señor, Juan. 3:15, 16; comp. Rom. 10:9, 10.
Lección 3: ¿Qué pide Dios de mi?
Verdad Central. El pecado ha hecho separación entre Dios y los hombres, pero Jesucristo fue enviado y a través de él podemos volver a la comunión con Dios.
Análisis y comentarios
Muchas han sido las explicaciones que se han dado a la existencia de la maldad
en el mundo. Desde las teorías que suponen a la sociedad como maestra malévola
de los ciudadanos, hasta las explicaciones metafísicas que asocian la maldad
con fuerzas espirituales ajenas al ser humano pero que lo utilizan para sus
propósitos. La Biblia enseña en forma clara que la maldad tiene un solo
protagonista: el hombre mismo, quien ha nacido con una naturaleza pecaminosa.
Pero, al mismo tiempo, presenta la solución para el problema del pecado y la
maldad: reconocer a Jesucristo como Señor y Salvador. Eso es lo que pide Dios
de ti y de mi, ¿estamos dispuestos a aceptar este reto?
1. Dios pide que reconozca mi situación espiritual
1.1. Por la desobediencia de Adán, el pecado ha pasado a todos los hombres
(Rom. 5:12 comp. Gén. 3:1-11). El hombre, por lo general, no siente
que tiene necesidad espiritual. "Yo soy bueno", dicen algunos.
"No soy tan pecador como fulano", expresan otros. La verdad es que la
situación espiritual del hombre no es cuantitativa (cantidad
de delitos cometidos), sino más bien cualitativa (esencia pecaminosa). En
Romanos 5:12 el apóstol Pablo afirma que el pecado entró en el mundo por un
hombre. ¿Cómo ocurrió esto? El acontecimiento al cual alude el apóstol es el
relato de Génesis 3:1-11, donde Dios, después de crear al hombre, le da
instrucciones acerca de la administración del huerto del Edén e incluye la
orden deno comer del fruto del conocimiento del Bien y del Mal (Gén.
2:17). El hombre desobedeció esta orden y comió del fruto prohibido. El pecado
del hombre fue haber desobedecido a Dios. A partir del acto de desobediencia de
Adán (el primer hombre) todos los seres humanos hemos sido contaminados con el
pecado, es decir, nacemos con una naturaleza pecaminosa (Sal. 51:5). De manera
que ningún hombre puede decir que no es pecador simplemente porque no haya
cometido un grave delito. Por el sólo hecho de nacer como ser humano ya es
pecador. El pecado es una condición inherente en la raza humana.
1.2. Todos los hombres nacen con una naturaleza pecaminosa que los impulsa a
ofender a Dios en pensamiento, palabra, y conducta (Rom. 3:9-18). Ya
hemos concluido que el hombre, debido a la desobediencia de Adán, ha sido
contaminado con el pecado a tal punto que todos los seres humanos traen al
mundo esta simiente pecaminosa. Esta condición de pecado se conoce como naturaleza
pecaminosa. Por causa de la naturaleza pecaminosa con la cual nace, el
hombre está predispuesto a buscar su "beneficio personal" sin
importarle el daño que pueda causar a otros. Esto explica mucho de lo que está
pasando en nuestro tiempo (robos, violaciones, manipulaciones, ofensas,
violencia incontrolada, etc.) pero no se justifica de ninguna manera. Por otro
lado, aunque no se da cuenta de ello, el hombre está permanentemente ofendiendo
a Dios en pensamiento, palabra y acción. Con simplemente no hacer las cosas que
Dios demanda (amar al enemigo, servir sacrificialmente al que lo necesite,
perdonar al que nos ofende, dar al necesitado sin ningún interés, pagar todo lo
que debemos, etc.) ya lo estamos desobedeciendo. Los seres humanos no sólo
dejamos de hacer las cosas que Dios manda, sino que hacemos las que Dios
prohibe (vengarnos del que nos hace mal, mentir, tomar cosas que no nos
pertenecen, ofender al que nos maltrata, codiciar cosas que no nos pertenecen,
etc.). En Romanos 3:9-18, el apóstol Pablo describe de una manera muy clara la
condición del hombre que no ha conocido a Dios. Allí declara con firmeza
que no hay justo ni aun uno, lo cual significa que nadie puede
considerarse justo delante de Dios. No importa si una persona dice que es un
buen ciudadano, paga los impuestos, tiene buenas relaciones con los demás, es
buen trabajador, etc. La justicia declarada en estos versículos es la justicia
según la cual un hombre pueda decirle a Dios: "Yo no te he ofendido".
Y todos, por el simple hecho de nacer como seres humanos, ya somos pecadores;
entendiendo por pecado todo aquello que ofende a Dios, bien sea por algo que
hacemos (que Dios ha prohibido) o por algo que dejamos de hacer (que Dios ha
mandado).
1.3. La condición pecaminosa del hombre lo separa de la comunión con Dios
(Rom. 3:23). Cuando Dios creó al hombre estableció una perfecta
comunión con él. Tal comunión se evidenciaba en la relación permanente que
había entre ambos, el nivel de comunicación que existía entre los dos y el hecho
de que cada uno entendía la voluntad del otro. No había enemistad ni conflicto
entre ellos. Sin embargo, después que el hombre desobedeció a Dios, en el Edén,
se abrió una brecha entre Dios y el hombre. Esta brecha fue la consecuencia del
pecado. Dios es Santo y esto significa que él no puede tener comunión o
relación con el pecado en ninguna de sus manifestaciones. El hombre se había
convertido en un pecador y por esto se había roto la comunión entre ambos (Rom.
3:23). Entonces, puede hacerse la pregunta: ¿cómo quedamos en relación con
Dios? La respuesta es sencilla.
1. Separados de Dios, porque somos pecadores y él es Santo.
2. Sin esperanza de llegar a Dios por nuestro propio esfuerzo, porque un pecador no puede acercarse a Dios quien es Santo.
2. Dios pide que acepte la salvación (el nuevo nacimiento) que él me ofrece (Jn. 3:1-16).
2.1. Es necesario que el hombre experimente un nuevo nacimiento (Jn.
3:1-3). La condición del hombre al nacer es la de un ser pecador. Sin
embargo, es posible que usted se pregunte ¿hay esperanza para el hombre? ¿cuál
es la manera de liberarse de esta condición pecaminosa? Precisamente esta parte
del estudio pretende ayudarnos a responder esa inquietud. Dios no sólo quiere
que reconozcamos que todos nacemos con una naturaleza pecaminosa y, por tanto,
estamos separados de Dios; también quiere mostrarnos la manera de restablecer
la comunión con él. Es necesario experimentar lo que la Biblia llama el
nuevo nacimiento. Como ya se ha mencionado, el hombre nace con una naturaleza
pecaminosa. ¡Qué bueno sería tener la posibilidad de nacer físicamente otra
vez, pero con otra naturaleza que no sea pecaminosa! Esa es precisamente la
oportunidad que Dios nos da; ya no se trata de nacer físicamente, sino
interiormente, espiritualmente.
2.1.1. El nuevo nacimiento es una condición para entrar al reino de Dios
(Jn. 3:3-5). La experiencia del nuevo nacimiento fue declarada a
Nicodemo cuando éste se entrevistó con Jesús, según Juan 3:1-16. Jesús le
explicó a este maestro de Israel que era necesario nacer de nuevo para poder
entrar al reino de Dios. Nicodemo no entendió este concepto y tomó la expresión
en un sentido literal (v. 4). Obviamente Cristo no se refería al nacimiento
natural de una persona. Jesús hablaba de un nacimiento del ser interno, donde
la persona experimentaría una transformación de sus pensamientos, sentimientos,
palabras y conductas.
2.1.2. El nuevo nacimiento es una experiencia espiritual que se origina en
el cielo (Jn. 3:6-14). Para Nicodemo fue difícil entender el concepto
de nuevo nacimiento desde un punto de vista lógico y humano,
vv. 4,9,11,12. Cristo mismo indicó que el nuevo nacimiento era una experiencia
similar a la del viento, v. 8, el cual sabemos que existe, pero no podemos
verlo ni saber de donde viene ni a donde va. Lo que quiere decir Cristo es que
el nuevo nacimiento es una experiencia muy real, pero no se puede reducir a una
explicación totalmente objetiva debido a su naturaleza espiritual.
2.2. El nuevo nacimiento lo experimento cuando creo que Jesús es el Hijo de
Dios, quien puede perdonar mis pecados, y lo confieso como mi Señor (Jn. 3:15,
16; comp. Rom. 10:9, 10). Jesús culmina su explicación a Nicodemo
indicándole cómo puede experimentarse el nuevo nacimiento. Señala Jesús que
sólo cuando alguien cree en él como el Hijo de Dios y reconoce que tiene el
poder suficiente para liberarlo de esa condición pecaminosa, se produce el
nuevo nacimiento, vv. 14,15. Pero ¿qué significa creer en Jesucristo? Significa
por lo menos estas cuatro cosas:
1. Reconocer que lo que él dice es la verdad.
2. Aceptar lo que él me ofrece (la vida eterna) como un regalo personal.
3. Obedecer sus enseñanzas, es decir, hacer las cosas que él ha mandado..
4. Permitir que él tenga el control de mi vida.
El texto clave de esta porción es Juan 3:16, donde se explica que Cristo fue
enviado por su Padre para que todo aquel que crea en él no se pierda, sino que
obtenga la vida eterna. Es decir, que Cristo vino para restablecer la
comunión del hombre con Dios que el pecado había roto. Es importante
destacar también que Dios realizó esta obra por amor y no porque viera en
nosotros alguna cosa digna. Ninguno de nosotros merecíamos que Dios hiciera tal
sacrifico, pero él lo hizo por puro amor (comp. Rom. 5:8). Frente a esta inmensa
prueba de amor ¿qué podemos hacer? Hay dos maneras como podemos
reaccionar:
1. No hacer caso de este sacrificio, dar la espalda y seguir nuestra vida como si nada ha pasado.
2. Reconocer que el amor de Dios, mostrado a través de Jesucristo, debe ser correspondido.
Esto significa que debemos reconocer que Cristo es verdaderamente el Hijo de
Dios y el único que puede salvarnos de la condición pecaminosa. Esta actitud de
humillación delante de Dios es lo que él espera de cada ser humano. ¿Cuál es,
entonces, su reacción?
¿Qué pide Dios de mi?
El pecado ha hecho separación entre Dios y los hombres, pero Jesucristo fue
enviado y a través de él podemos volver a la comunión con Dios.
Damos gracias a Dios que le ha permitido realizar este estudio acerca de tan
grandes verdades que enseña la Biblia. Es nuestro deseo que a través de este
encuentro muchas de sus interrogantes sean respondidas, pero por sobre todas
las cosas, que Dios mismo satisfaga sus necesidades más profundas de comunión
con él. Si tiene preguntas, hágalas con toda libertad.
El siguiente resumen le ayudará a recordar las enseñanzas básicas de este
estudio. Podrá repasarlo en su casa y así mantener fresco el aprendizaje. No
deje de asistir al siguiente estudio; estamos seguros que le será de mucha
ayuda.
1. Dios quiere que yo reconozca mi situación ante él, la cual puede resumirse en la siguiente afirmación: El pecado me ha separado de la comunión con Dios.
2. Todos los seres humanos hemos nacido con una naturaleza pecaminosa.
3. Por el pecado, todos estamos separados de Dios.
4. Dios ha provisto la solución para que el hombre restablezca la comunión con él. La solución consistió en enviar a Jesús a morir por el hombre pecador (éste debía recibir el castigo de la muerte por causa de su naturaleza pecaminosa, pero Cristo sufrió el castigo en su lugar).
5. Dios quiere que acepte el regalo de salvación que él me ofrece a través de Jesucristo. Esto significa que debo creer que Jesús es el único que puede liberarme de la naturaleza pecaminosa y restablecer así la comunión con Dios.
Actividades:
1. Reflexione detenidamente acerca de los cinco puntos que acaba de leer en el resumen de esta lección que le hemos presentado.
2. Observe, en su vida diaria, algunas conductas que indican que el hombre lleva dentro de si una naturaleza pecaminosa que lo inclina hacia lo malo o que no lo deja hacer lo bueno. ¿Cuáles son algunas conductas que así lo indican?
3. Escriba, en sus propias palabras, lo que significa el nuevo nacimiento del cual habla la Biblia.
4. ¿Escriba lo que uno tiene que hacer para recibir o experimentar este nuevo nacimiento?
5. ¿Ha recibido usted este nuevo nacimiento? ¿Qué evidencias así lo indican?
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